El síndrome de desgaste profesional, burnout o “quemado” es una enfermedad reconocida por la OMS que se caracteriza por generar un estado de agotamiento generalizado, tanto físico como emocional y mental.
¿Cómo se presenta este síndrome en nuestro cuerpo? La sintomatología incluye frecuentes dolores físicos, además del desarrollo de enfermedades psicosomáticas, como por ejemplo, fatiga visual, dolores de cabeza y musculares, náuseas y mareos, trastornos del sueño, cansancio, pérdida de peso, úlceras y otros desórdenes gastrointestinales, afecciones de la piel o infecciones, tics, palpitaciones, taquicardias, inapetencia sexual, entre otros.
Desde el punto de vista emocional, las personas que tienen el síndrome de desgaste se sienten irritables, tensas y desmotivadas. Se presentan sentimientos de frustración y negatividad, incapacidad para concentrarse en el trabajo o para desconectarse una vez finalizada la jornada laboral.
Podemos sufrir este síndrome si estamos expuestos a situaciones que impliquen una sobrecarga emocional por estar inmersos en climas laborales donde prevalecen emociones de angustia, sufrimiento, etc. Cuando tenemos jornadas laborales demasiado extensas o cuando tenemos que enfrentar tareas con escasos RRHH o con márgenes de tiempo exiguos, lo cual nos lleva a trabajar en condiciones de presión y estrés. Es más factible desarrollar este síndrome en puestos que tienen un elevado nivel de responsabilidad, en trabajos monótonos o cuando la remuneración es baja. La pandemia ha tenido también un gran impacto sobre el desempeño laboral, sobre todo en el marco del teletrabajo.
Qué podemos hacer si creemos que sufrimos desgaste laboral?
Primero y principal, consultamos con un profesional. Podemos trabajar a través de terapia muchas de las causas del burnout.
También podemos seguir algunas pautas que nos cuiden y aumenten nuestro bienestar:
- Hacer pausas en el trabajo para descansar, para comer, para hacer algunos estiramientos si estás mucho tiempo sentada. Esto ayuda a manejar los flujos de tensión de otra manera.
 - Tratar de generar un buen ambiente de trabajo, cuidando la relación con nuestros compañeros y el espacio de trabajo.
 - Poner límites: tenemos que aprender a decir que no ante los excesos de tareas, o a los escasos márgenes de tiempo, e incluso cuando nos piden que llevemos adelante labores con falta de recursos materiales o humanos.
 
Debemos cuidarnos, y esto también significa aprender a escuchar a nuestro cuerpo y a nuestras emociones. Cuando nos sentimos abrumadas o desbordadas tenemos que pisar el freno, respirar profundo, hacer una pausa, tomar un descanso y dar una vuelta a la manzana antes de retomar nuestras tareas.
Además es muy importante separar nuestra vida laboral de la personal. A veces es difícil desconectar y dejar el trabajo en el trabajo, pero es fundamental que lo hagamos.Puede ayudarte hacer alguna actividad física o dedicar tiempo a hacer algo que te guste. Hacer yoga, meditar, escuchar música son actividades que nos ayudan a bajar la ansiedad y a manejar de una manera más sana las tensiones derivadas del síndrome del burnout. Esto además nos ayuda a liberar las tensiones que se acumulan en nuestro cuerpo físico.
Y como para todo, si tenemos un estilo de vida saludable, con una alimentación equilibrada, durmiendo las horas necesarias, haciendo ejercicio y evitando los malos hábitos como el tabaquismo o el consumo excesivo de azúcares, esto nos va a ayudar a poner el trabajo en el lugar que verdaderamente ocupa.
No sé si conocías esta enfermedad. Yo conocí su nombre tiempo después de haber padecido este síndrome. A mi la terapia me ayudó a reconocerlo y a comenzar a cambiar hábitos que me enseñaran a cuidarme. Y eventualmente tomé la decisión de cambiar de trabajo, porque por suerte tuve la posibilidad de hacerlo. Lo importante es poder reconocer cuando estamos pasando por un proceso de desgaste para abordarlo a tiempo y no sufrir consecuencias más graves. Yo viví años con acidez y con picos de estrés que hacían que cada 6 meses me enfermara de algo, que me bajaran las defensas y me brotara algún hongo en la piel, o cosas así. Hay que aprender a escuchar nuestros cuerpos.
Espero que les sirva, como siempre, lo más importante es estar informadas: el conocimiento es lo que nos da las herramientas para poder hacer frente a estas situaciones. Y siempre trabajarlas desde el amor y la compasión con nosotras mismas. Eso es lo que verdaderamente importa.

