Hace unas semanas participé de una charla con uno de los directivos de la empresa Héritas, donde nos mostraron un dato que me resultó un poco escalofriante: en los últimos 80 años, en América el porcentaje de población afectada por alguna enfermedad crónica pasó de alrededor del 10% a más del 60%. Un crecimiento exponencial enorme en muy pocos años. Y cuando analizaba el por qué de este aumento nos introdujo en el concepto de INFLAMACIÓN CRÓNICA DE BAJO GRADO. No soy profesional de la salud, pero voy a tratar de explicar esto de la manera más sencilla posible.
En nuestro cuerpo la inflamación es una respuesta biológica a un problema: un golpe, una infección, una lesión. Básicamente lo que nuestro organismo hace es liberar sustancias químicas como anticuerpos o proteínas y dirigir un mayor flujo de sangre hacia el área dañada. Esto es una respuesta automática del sistema inmunitario. Cuando la amenaza termina, la inflamación cesa.
El problema es cuando nuestro cuerpo está recibiendo constantemente señales de alerta. Debido a nuestro ritmo de vida y factores como el estrés, dietas poco saludables, falta de ejercicio y falta de sueño, nuestros cuerpos están contínuamente recibiendo señales inflamatorias, aunque pase desapercibido. Esto es lo que se llama INFLAMACIÓN CRÓNICA DE BAJO GRADO. Y lo peligroso de esta condición silenciosa es que puede tener un impacto significativo y directo en nuestra salud a largo plazo: puede derivar en diversas enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, las enfermedades cardíacas y la artritis, entre otras. Lo que nos lleva de nuevo al dato de enfermedades crónicas que les comentaba al principio del posteo.
Gracias a esta charla y a investigación posterior realmente terminé de entender por qué es tan importante que nos cuidemos, que hagamos ejercicio, que conectemos con la naturaleza, que nos relajemos. Los números son muy claros, el incremento de enfermedades crónicas lo que refleja es el impacto en nuestro cuerpo de la vida moderna, de cómo la forma en la que vivimos como sociedad nos afecta la salud a largo plazo.
Lo positivo de este panorama es que con pequeñas decisiones y con cambios de hábitos podemos contrarrestar los efectos de esta problemática:
- Cambios en la alimentación: eliminar los ultraprocesados, grasas saturadas y azúcares refinados. Elegí alimentos frescos, ricos en antioxidantes y omega-3 (frutas, verduras, pescados, nueces, semillas).
- Sumá a tu dieta especias antiinflamatorias como la cúrcuma, el jengibre y la canela
- Practica técnicas de relajación, la que más te guste: la meditación, el yoga, la respiración profunda o simplemente dar un paseo en la naturaleza. Esto reduce el estrés y por ende, la inflamación.
- Tomá mucha agua: la deshidratación aumenta la inflamación y no permite la eliminación de toxinas.
- Priorizá tu sueño, tanto en cantidad como en calidad
Puede parecer difícil pensar en todos estos cambios, pero son necesarios. El 50% de la mortalidad global se puede atribuir a enfermedades relacionadas con el hecho de que vivimos en estado de alerta. Si estás cansada todo el tiempo, incluso después de una buena noche de sueño; si sentís la piel seca y opaca; si estás experimentando dolores y molestias inexplicables, pueden ser señales de que tu cuerpo está librando una batalla interna contra la inflamación crónica.
Así que atenti, no hay que asustarse pero hay que informarse y empezar a comprender el alcance de nuestro ritmo de vida. Yo no conocía mucho sobre el tema hasta hace unas semanas y me pareció super importante difundirlo. Espero que les haya servido y gustado el posteo. Un abrazo
Vicky